Existen varios motivos por los que decidimos formar una empresa y acciones que debemos realizar para lograr nuestra meta.
Como en todo proceso, la creación de una empresa siempre viene precedida de una idea, algo que inunda el pensamiento de un individuo y le estimula a desarrollarla. El transcurso para llegar ahí es largo, pero una vez que se posee la idea, sólo es cuestión de ir dándole aspecto de empresa.
Lo ideal es desarrollar una idea pensando en cubrir una importante cuota de mercado, algún producto o servicio que no esté muy ocupado por la competencia, aunque lo más común es terminar compitiendo con otras empresas.
Cuando un proyecto nuevo se pone en marcha, éste viene acompañado de un alto grado de incertidumbre, la misma que se despejará con el plan de empresa. Explicar cómo nacen las ideas no es tarea fácil porque dependen de las circunstancias de cada individuo, pero por lo general suelen venir por una serie de motivos más o menos preestablecidos.
Repetir las experiencias de otros, buscar nuevas oportunidades de negocio en mercados poco abastecidos, utilizar conocimientos sobre negocios concretos, necesidad de salir de una empresa y trabajar independientemente tras haber adquirido los conocimientos necesarios, poseer un producto innovador que pueda tener aceptación en el mercado o contar con pocos obstáculos que puedan implicar el emprender un nuevo negocio son las principales razones que llevan a un individuo a dar el paso de lanzarse a ser empresario.
Una vez dado el paso de emprender una nueva aventura empresarial, es aconsejable investigar sobre la viabilidad y la permanencia que podrá tener la nueva empresa en el mercado con los productos o servicios que se quiere ofrecer.
Se debe analizar la demanda y preguntarse si ya existen productos similares a lo que se pretende lanzar al mercado o si se está ofreciendo alguna innovación. Tener conocimiento de dónde se concentran los posibles clientes o cuáles son sus hábitos de consumo son cuestiones que hay que investigar antes de promocionar un nuevo producto.
Es necesario analizar a la competencia, observar que tipo de empresas existen ya en el sector, su regulación administrativa, su organización y la proyección que tienen en el mercado. Todo ello resulta vital para saber qué es lo que va a encontrar la nueva empresa cuando empiece su actividad.
Al momento de fijar la sede de una empresa hay que tener muy presentes algunos aspectos de primera necesidad para que funcione adecuadamente. La proximidad en el suministro de materias primas y contratación de mano de obra siempre es importante, así como el contacto con los potenciales clientes y la situación entre la competencia. Cada zona tiene, también, sus propias subvenciones y beneficios fiscales.
Se ha de estipular el capital inicial de la empresa, aunque no será la mismo en todo momento. La posición en el mercado puede ser prevista según los progresos alcanzados.
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